La leche materna o lactancia humana es el alimento superior, el estándar de alimentación infantil que nutre al bebé durante su crecimiento y desarrollo, ofreciendo una adecuada alimentación con anticuerpos, células vivas y otros componentes.
Idealmente, debe ser exclusiva durante los primeros seis meses de vida. Me encanta mencionar esto de esta manera, porque a veces podemos dar un mensaje equivocado cuando decimos que debería ser exclusivamente hasta los seis meses, y la madre podría confundir este concepto.
Cuando decimos “exclusiva” nos referimos a que no debe recibir ningún otro alimento ni agua, ni caldos, ni sopas, ni chicha, ni siquiera aromáticas, solamente la lactancia. Es importante porque suple todos los nutrientes y el agua necesaria para que el bebé crezca sano y fuerte, ofreciéndole una protección sostenida y completa que se prolonga incluso más allá del destete.
Debe recibirse de forma continuada aproximadamente hasta los dos años. Idealmente, consideramos que quien debe marcar esa pauta de alimentación es la madre y el bebé. Es decir, hasta cuando ellos estén preparados y lo decidan, sobrepasando los dos años, dado que este es un aporte importante en cuanto a su valor calórico y energético, aportando el 70% de los nutrientes de la dieta de ese bebé mayor de dos años.
Como gineco-obstetra, puedo decir que toda mujer embarazada debe asistir a un control prenatal. Es mi recomendación no solo personal como profesional en esta especialidad, sino también decirles que tienen esa gran oportunidad de recibir una adecuada orientación, de recibir micronutrientes que van a permitir reducir el riesgo de anemia y de complicaciones en el embarazo, de evaluar el riesgo a través de ultrasonidos o ecografías, de realizarse exámenes de laboratorio que permiten identificar qué tipo de riesgos tienen, como anemia, infección o cualquier patología que pueda interferir con el adecuado desarrollo del embarazo.
Todas estas condiciones las permite el control prenatal, por eso les invito a que, si están embarazadas, asistan al control prenatal. Vamos a detectar cualquier riesgo mínimo que tengan y a intervenirlo, de tal forma que podamos garantizar esa gestión de riesgo y que se sientan contentas, felices, de ese embarazo que llevan progresando y que al final, permita que nazcan con un bebé recién nacido, feliz, contento, saludable y con una mamá garantizándole sus derechos en salud y capacidad reproductiva para un futuro.
Recomendaciones clave sobre la lactancia materna: amamante a su recién nacido durante la primera hora de vida, asegurando el contacto piel con piel. Alimente a su bebé con el calostro, que es la primera leche que baja, esta salvavidas gracias a su alto contenido de nutrientes y defensas.
Recuerde que entre más succione el bebé, más leche materna se producirá. Asegúrese de que el bebé se agarre bien al pecho, amamante a su bebé en una posición cómoda a libre demanda de día y de noche. Esto le permitirá producir la cantidad de leche que su bebé necesita.
Tenga en cuenta que los niños y las niñas alimentados con leche de tarro tienen mayor riesgo de sufrir diarreas, estreñimiento, cólicos, desnutrición y obesidad. Recuerde que el uso de biberón puede generar diarreas, enfermedades del oído como otitis, caries y otros problemas dentales e incluso del lenguaje.
La leche materna proporciona toda la protección, los nutrientes y el agua que su bebé necesita durante los primeros seis meses. No es necesario ofrecer otras bebidas ni alimentos. Si su bebé está enfermo o tiene mucho sueño, despiértelo para ofrecerle el pecho con frecuencia.
No use biberones, teteros o chupetes; son difíciles de limpiar y pueden hacer que su bebé se enferme. Amamantar a su bebé no tiene que ser doloroso. Busque ayuda para que su lactancia sea una experiencia satisfactoria.
Si presenta molestias como pezones agrietados o sangrantes o molestias en su seno durante la lactancia, busque ayuda profesional. La leche materna siempre será el mejor alimento. No importa si la mamá se encuentra enferma o incluso desnutrida, siempre será el alimento ideal.
Ofrezca la leche de un seno hasta que el bebé se suelte y, si no se muestra relajado o satisfecho, ofrezca el otro seno. Muchísimas gracias por esta invitación.
Por: Guiselly Collantes
Oficial de Nutrición de la fundación Save the Children